Según muestran los datos publicados en el ‘Harrison Principios de Medicina Interna’, el cáncer de cuello de útero «es el segundo tumor más común y más letal en mujeres, probablemente debido a la extendida infección con cepas de virus de papiloma humano (HPV) de alto riesgo y la utilización limitada o la poca accesibilidad a pruebas de citología vaginal en muchos países de todo el mundo». La previsión de este manual indica que se diagnosticarán 500.000 casos de cáncer cervical cada año, en particular a mujeres que viven en América Central y del Sur, el Caribe y el este de África, con una mortalidad aproximada del 50% de los casos, especialmente en el continente africano.
La información del Harrison explica que este virus de doble cadena de DNA infecta el epitelio cercano a la zona de transformación del cuello uterino.
Se conocen más de 60 tipos de HPV, de los que aproximadamente 20 tipos tienen capacidad para generar displasia y malignidad de alto grado. Los HPV 16 y 18 son los tipos más frecuentemente asociados con displasia de alto grado y el blanco de las vacunas. La gran mayoría de los adultos sexualmente activos está expuesta al HPV, y en la mayoría de las mujeres la infección se cura sin intervención específica.
Tanto la mujer como el hombre pueden ser portadores asintomáticos y vehículos de infección. La transmisión se produce por contacto sexual y los órganos más susceptibles de infección son el cuello de útero y el canal anal, aunque también es frecuente la infección de vulva, vagina, pene y escroto.
Y como buen especialista, el oncólogo Luis M. Manso echa mano de los equipos multidisciplinares. En esta ocasión vídeobloguea con una de las mayores expertas en cáncer de cuello uterino y virus del papiloma, la doctora María Victoria Bravo Violeta, del Servicio de Ginecología de su centro hospitalario.
Para que el cáncer de cérvix no requiera un tratamiento paliativo, es decir, que la paciente solo obtenga de la medicina remedios que mitiguen la violencia del tumor y refrenen su rapidez, «se convierte en necesaria la prevención y el diagnóstico precoz», opina la ginecóloga.
«El virus del papiloma es una infección de transmisión sexual que se contagia con muchísima facilidad. Hasta el 85% de la población que mantiene relaciones sexuales puede contactar con el virus». A pesar de que la mayoría de las infecciones «son transitorias» (las personas se infectan con el VPH y lo eliminan de forma natural, sin secuelas), en ocasiones «persisten», de tal forma que se convierten en «un peligro» para las personas. ¿Qué se puede hacer para prevenir los contagios?…
«La vacunación», una estrategia primaria que previene la aparición de la enfermedad en más del 80% de los casos. Mujeres y hombres pueden vacunarse desde edades muy tempranas «hasta más allá de los 55 años», recuerda la doctora. El manual Harrison señala en este sentido que «la vacunación de las mujeres antes del inicio de su actividad sexual reduce dramáticamente la tasa de infección por HPV 16 y 18».
También son muy efectivos los programas de ‘screening’, cribado de la población para detectar la enfermedad en individuos sin signos o síntomas de la patología. Además, el uso estricto y sistemático del preservativo masculino o femenino puede reducir casi en su totalidad el riesgo de transmisión del VPH. Se consideran factores de riesgo el inicio precoz de las relaciones sexuales, múltiples compañeros sexuales, inmunosupresión,
virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), anticoncepción hormonal actual y antecedentes de infección por VPH. El tabaquismo es un cofactor. Las fumadoras empedernidas tienen un riesgo más alto de displasia con la infección de HPV. «En España, asegura la doctora, hay un acceso estupendo a los programas de citología -estudio celular que permite hallar células cervicales anormales en fase inicial- porque se efectúa en el Servicio de Atención Primaria del Sistema Nacional de Salud».
La citología se debe llevar a cabo «a los tres años del comienzo de las relaciones sexuales; otra, al cabo de un año de la primera; y después, de forma cíclica, cada tres años», aconseja Bravo Violeta para reducir de forma significativa la incidencia del cáncer de cérvix en la población femenina.