Una madre llamada Meghan Budden en Nueva Jersey, se le presentó un serio que inconveniente con su bebé que le pudo haber costado la vida. Ella se encontraba en su casa cuidando a su bebé, en ese momento ella se sonó la nariz al pequeño y salieron unas pequeñas manchas negras que quedaron en el papel.
Después de un rato de eso, Meghan fue a darle el pecho a su bebé y ahí fue cuando vio que su niño tenía unas manchas negras similares en su pequeña nariz.
Ella no entendía por qué estaban esas manchas o de dónde habían salido, comenzó a pensar en sus últimos movimientos y en las cosas que había en su habitación. En ese momento se dio cuenta de lo que estaba pasando.